Elbrus 2008

 

Esta ascensión forma parte de un proyecto que nuestro compañero Raúl Checa Chumillas lleva a cabo de ascender las cumbres más altas de los siete continentes.
En su poder obran ya las cimas del Aconcagua, el Everest, el Kilimanjaro y recientemente el monte Elbrus. Le deseamos suerte para su próxima empresa en que intentará la ascensión al McKinley, en América del Norte.

Al llegar al valle del Caucaso donde iniciaríamos la preparación para la subida lo primero que me llamó la atención, y me sorprendió gratamente (me habían dicho que todo era muy cutre) fue lo espectacular del paisaje y lo idílico del pueblo.

Llegamos el día 2 de Agosto por la noche al hotel, cenamos, y nos informaron que al día siguiente subiríamos hasta algo más de 4000 m para aclimatar.

A la mañana siguiente desayunamos y nos dispusimos a acometer esa dura jornada de aclimatación. Cual fue mi sorpresa al comprobar que  hasta los 3000 metros nos subían en un telesilla, evidentemente la jornada fue mucho mas sencilla de lo esperado,  la tarde la dedicamos  a hacer turismo por el pueblo y por supuesto a hidratarnos con una birras.

Sin mas preámbulos ni mas aclimatación el dia 4 de agosto cargamos todos lo petates y toda  la comida y nos dispusimos a subir al campo base y único de la subida al Elbrus un campo llamado Barrell (evidentemente también subimos en telesilla), con la mala suerte que al llegar no había sitio en ninguno de esos barriles y nos mandaron a otro 100 metros mas arriba (3900 m), comimos y por la tarde nos dimos una vuelta hacia un antiguo refugio quemado llamado Priut (a 4200 m) y así aprovechar para aclimatar un poco, (aunque parezca mentira a esas alturas, no solo de metros sino también de expedición aun no habíamos tenido la oportunidad de ver la cumbre del Elbrus debido al mal tiempo) cenamos y nos fuimos a dormir con la intención de levantarnos a las cinco de la mañana del día siguiente y ascender hasta las "Pastuchova", unas rocas situadas a unos 4700 mts., para proseguir nuestra aclimatación.

A las 5 del día 5 de Agosto, nos asomamos a la ventana de nuestro barril, y con desolación comprobamos que era absurdo salir, una impresionante  tormenta de nieve y viento ocupaba nuestro campo de visión, decidimos esperar descansando para ver si mejoraba el tiempo..., pero la cosa no tenía visos de mejorar, con las primeras horas del día la nieve se convertía en aguanieve y después en nieve húmeda, de hecho toda la gente que estaba en la montaña bajaba cabizbaja y empapada hasta los huesos, yo a estas alturas tenia un bajón indescriptible pues entre las informaciones contradictorias de los guías y lo que decían que preveían los presuntos partes meteorológicos, la opinión mas generalizada era que aquello podía durar varios días. No podía creer  que el Elbrus que a priori no era el reto mas difícil de los que me había planteado me echara para atrás (pero la montaña es así, si te deja subes y si no, te aguantas). Así que nos resignamos a esperar.

Como por milagro, sobre las cuatro de la tarde el cielo empezó a dejarse ver y en hora y media estaba totalmente despejado, por primera vez pudimos ver esa inmensa mole de dos cumbres que es el Elbrus (una preciosidad). Preguntamos a los guías cuanto podía durar esa ventana de buen tiempo, y solo nos pudieron asegurar 24 h . En ese momento tuvimos que tomar una decisión complicada arriesgada y hasta cierto punto irresponsable, pues decidimos salir esa misma noche sin haber podido aclimatar correctamente, pero no podíamos arriesgarnos a que el tiempo cambiase otra vez. Yo no pude pegar ojo no se si por los nervios de la ascensión o por los ronquidos de mis compis que dormían como troncos, o por todo a la vez.
 
Nos levantamos a las doce de la noche,  desayunamos y a las una y media del día seis de agosto, con un frío de tres pares...,  salíamos del barril que nos daba cobijo. Empezamos a subir por la ruta prevista pensando que éramos los únicos en la montaña, pero cuando llevábamos casi una hora de tranquila caminata,  empezamos a oír ruido de motores, y vimos unas luces que nos seguían..., no era una autopista que el mal de altura nos hiciera "ver", no... cuando nos dieron alcance, vimos y padecimos el que unos pisanieves enormes, atestados de ¿montañeros? nos echasen de nuestra ruta ante el riesgo de morir atropellados en nuestra querida montaña, sobre un glaciar,  por unas máquinas infernales. Sus ocupantes iban a subir sentados hasta los 4800 m ¡que bonito¡. Nosotros seguimos subiendo a nuestro ritmo hasta los 4700 m, a esas alturas ya íbamos con una turba de gente que había salido del Priut a 4200 m, en esos momentos mis compañeros, uno con problemas estomacales y otro por frío, ambos provocados por el mal de altura, que a su vez debía tener su origen en la escasa aclimatación que habíamos tenido,  tuvieron que abandonar. Pienso que tengo una suerte enorme al tener la capacidad de aclimatación que tengo.

Bebí un trago de agua, serian las tres y media y comencé a andar, aun estaba por debajo de esas ruidosas maquinas que me habían adelantado anteriormente, pasé de ellas y continué andando como un autómata, no pensaba parar hasta la cumbre, poco a poco adelanté a las máquinas y a la turba de gente que habían vomitado, en esos momentos la pendiente seria de 40º y un viento helado recorría toda la pala . La gente se paraba delante de mi para cambiarse los guantes o beber un poco de agua, pero yo decidí no parar hasta el collado que separa las dos cumbres donde empezaba a lucir el sol (luchaba contra mi otro yo que me increpaba para que me parase) cuando acabó la pendiente serían las siete de la mañana, y me dirigí en una travesía cómoda hacia el collado; en este trayecto estuve a punto de dormirme varias veces (¿me había abandonado mi facilidad de aclimatación y tenia mal de altura?) mas tarde caí en al cuenta que llevaba mas de 26 h sin dormir.

Serian las ocho de la mañana cuando llegue al collado a 5400 mts., hacía un sol esplendido, descansé cinco minutos bebí un poco de agua, comí algo y me dispuse a afrontar la parte mas técnica y mas empinada de toda la ruta, de unos 55º de inclinación, afortunadamente la ruta iba haciendo unas zetas que estaban muy pisadas con lo que minimizaban el peligro de caída. Fue hora y media de subida agotadora, me sobraba toda la ropa. A las nueve y media, ví un montículo de nieve algo mas elevado que el resto con un bandera rusa y gente haciéndose fotos en él. HABIA LLEGADO A LA CIMA DEL ELBRUS  5.632 mts., la cumbre de Europa.

La bajada fue muy dura ya que las piernas no me respondían todo lo bien que yo quisiera, aunque no tenía nada que ver con los moribundos con los que me cruzaba y que aun intentaban hacer cumbre.

Llegué sobre las dos de la tarde al acogedor barril donde mis queridos amigos Rome y Paco me esperaban para felicitarme e hidratarme con esas famosas cervezas que hacen que aclimate tan bien.

Todos habíamos hecho cumbre y el Dolomía y yo ya teníamos la 4ª de las 7 cumbres.

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